Por qué el azúcar afecta más de lo que pensás (y cómo reducirlo sin sufrir)

Está en todo, incluso donde no lo esperás. Te contamos cómo impacta en tu cuerpo, por qué conviene limitar su consumo y cómo hacerlo sin que sea una tortura.

6 min de lectura Nutrición
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El azúcar no es solo “lo dulce”

Cuando pensás en azúcar, probablemente te imaginás golosinas, gaseosas o postres. Pero está presente en muchísimos productos que no necesariamente tienen sabor dulce: salsas, panes industriales, yogures, cereales, embutidos, aderezos y hasta productos “saludables”.

De hecho, un estudio de la Organización Mundial de la Salud revela que más del 70% del azúcar que consumimos está “oculto” en alimentos procesados.

¿Qué le hace el azúcar a tu cuerpo?

El consumo excesivo de azúcar no solo impacta en el peso corporal. Afecta múltiples sistemas del cuerpo, incluso si estás delgado/a:

  • Picos y caídas de energía: El azúcar provoca subidas rápidas de glucosa en sangre, seguidas por caídas igual de abruptas, lo que genera cansancio, irritabilidad y más antojos.
  • Inflamación crónica: Excederse con el azúcar puede activar procesos inflamatorios en el cuerpo, relacionados con enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
  • Aumento de grasa abdominal: El exceso de azúcar, especialmente en forma líquida (como en jugos o gaseosas), se asocia con mayor acumulación de grasa visceral.
  • Envejecimiento celular: Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition encontró que el consumo elevado de azúcar acelera la glicación, un proceso que daña colágeno y elastina, claves para la salud de la piel.

¿Y por qué cuesta tanto dejarla?

Porque el azúcar activa los mismos centros de recompensa en el cerebro que algunas drogas. Al consumirla, liberamos dopamina, lo que genera una sensación placentera… y muchas veces, adictiva.

Según investigaciones del Journal of Neuroscience, este efecto es especialmente fuerte en momentos de estrés, ansiedad o cansancio. Por eso, muchas veces buscamos “algo dulce” cuando estamos mal emocionalmente.

Cómo reducir el azúcar (sin sufrir en el intento)

No se trata de eliminarla por completo ni vivir a base de restricciones. El objetivo es reducir su consumo de forma inteligente y progresiva:

  • Leé etiquetas: Muchos productos “light” o “saludables” esconden grandes cantidades de azúcar. Buscá los nombres ocultos (jarabe de maíz, maltodextrina, sacarosa, etc.).
  • No reemplaces por edulcorantes sin control: Aunque no aporten calorías, pueden mantener tu umbral de dulzor alto. La idea es reeducar el paladar, no “engañarlo”.
  • Incorporá snacks reales y nutritivos: Frutas frescas, frutos secos, yogur natural con canela o avena con banana son opciones dulces sin azúcar agregada.
  • Cociná más en casa: Así controlás lo que comés y podés endulzar de forma natural (dátiles, compotas sin azúcar, ralladura de frutas, etc.).
  • Reducí de a poco: Si estás acostumbrado/a al sabor dulce, bajá la cantidad en tus infusiones o recetas gradualmente. El paladar se adapta más rápido de lo que pensás.

Conclusión: el azúcar no es veneno, pero tampoco es inocente

No hace falta tenerle miedo, pero sí respeto. Saber dónde está, cómo actúa en tu cuerpo y cómo moderarla te da el poder de tomar mejores decisiones para tu salud.

Reducir el azúcar no significa renunciar al placer, sino aprender a encontrarlo en alimentos reales, en la energía sostenida y en sentirte bien todos los días.